Mamá Fela, mi bisabuela isleña, decía que a la Providencia hay que hablarle alto y claro. Sus soliloquios en la cocina, sus interpelaciones al Divino en tono campechano pero firme, son proverbiales en la familia, sobre todo porque parece que era escuchada.
También Fermina Daza tenía un método cerrero de tratar al Señor, y al final se salió con la suya.
Ha llegado la hora de seguir su ejemplo, que el tiempo no está para epaminondiadas.
Vale, toca aprender esa palabra tan larga... sí, sí, la ultima, tan griega ella. Tengo tiempo, entre sorbo y sorbo. Entre bisbiseo alto y claro.
ReplyDeleteAlgún día te hago la historia de Epaminondas, entre copa y copa. No se parece mucho a la del general griego, pero algo tendrá que ver. Mientras tanto, un besazo.
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