Hoy, para variar, dos gringadas, una desnuda y otra indirecta, ambas igualmente absurdas.
"!Miliciano, un hombre desnudo!" ha gritado alguien, y allá van los republicanos a clamar justicia y los demócratas a llorar lágrimas de cocodrilo y a golpearse el pecho con promesas de enmienda, porque de todos es sabido que no hay nada tan terrible y tan dañino para la democracia como el encuerismo, cuna de todos los males. El desempleo que coja la cola, qué caramba, lo primero es lo primero.
Mientras tanto, acá en la vieja Urópa, una pareja noruega acaba de ser sancionada por golpear a sus hijos con un cucharón de madera y patearlos en repetidas ocasiones mientras los chicos tenían dos y cuatro añitos. Los padres piensan apelar la sentencia porque, aducen, tales métodos de castigo son aprobados por un libro norteamericano sobre educación infantil que recomienda el maltrato siempre que se administre con una herramienta en lugar de la mano, que ha de mostrarse cariñosa siempre. Que la herramienta no tenga vida propia es al parecer superfluo, por aquello de mano que no roza golpe que no se siente o lo que sea...
Y no es antiamericanismo, señores, por mucho que lo parezca; si fueran selenitas me parecerían igual de incomprensibles. Es que cuando se trata de socotrocadas esta gente llegó primero y además marcó para cinco.
"Hombre Desnudo" de Egon Schiele