“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Saturday, 30 December 2017

Lecciones de seducción

"Él ya tiene todo", pensaba mientras recorría el centro comercial, con esa angustia que me provocan las aglomeraciones navideñas. No quería regalarle algo aparatoso porque no va con su personalidad; tampoco algo mínimo y sin trascendencia porque no va con la mía.

Entonces lo vi. Muy negro, muy Aubade, con su encaje y sus cintas, pero con apertura francesa. Definitivamente puto, pero elegantemente así. Carísimo -y aquí he de admitir que cierta tacañería intelectual me asaltó: daba como para diez libros de tapa dura- pero sublime en su simplicidad: el tipo de prenda que ocupa tres centímetros en la gaveta, y los cuatro lóbulos occipitales de un hombre durante décadas.

 No pude evitar una sonrisita mientras la tendera lo envolvía en papeles de seda; seguía ahí cuando me lo puse esa noche, entre una nube de L'Air du Temps; incluso mientras mantenía el equilibrio sobre los tacones vertiginosos seguí sonriendo. Y es que es curioso, que tenga una que estar al doblar para siempre la esquina de los cuarenta para llegar a este grado de inspiración y de seguridad en sí misma; si le hubiera pasado por el frente a un moño de cintas rojas no dudo de que lo habría comprado también.

"Wow" es un americanismo que yo no utilizo. Me gustan demasiado los cuatro idiomas que hablo y sus vericuetos como para expresar asombro con algo tan exiguo; pero he de reconocer que esa noche "wow", acompañado de una mirada a lo Whistling Wolf, fue un buen resumen. Lo otro habría sido componerme algo a lo Leonard Cohen, y no hay que exagerar.











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