Y he aquí que yo, reina de los sueños estrafalarios con vetas humberthumbertianas y profusión de presagios tenebrosos, he soñado hoy que un Eddie Vedder cuarentón cantaba sólo para una treintañera yo de entre toda una multitud, y he sido tan feliz en el sueño que mi sonrisa hubiera podido iluminar cualquiera de las oscuras y maltrechas calles de mi pueblo natal y ser la maldición de los ladrones y los amantes en las esquinas.
Ya puedes descansar, mi buen Freud.
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¡Habla, pueblo de Aura!