“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Friday, 25 July 2025

Crónicas de verano II


El Pionero y yo atravesamos la plaza rumbo al "Medioevo", la tiendecilla donde compramos siempre, yo mis especias, él sus tés.

Una gitana se acerca con la rama de romero en ristre. "¡No me la rechaces, niña, que eres muy guapa!"

Levanto las manos en señal de negativa, tragándome lo que pienso cada vez: quédate el romero, que tú lo necesitas más.

 Quiero enseñarle al Pionero el respeto y la compasión: por eso me lo llevo de capilla en iglesia en catedral, y es testigo de que mis limosnas no van ni en el cepillo de la misa, ni en la alcancía de los altares, sino en el vaso de papel de los mendigos a la puerta; estoy segura de que Jesús habita allí.

"¿Qué quiere?", pregunta El Pionero. "Que le acepte el romero y le deje leerme la mano, y luego cobrar por ello", he dicho.

"Romero tenemos en el jardín", ha dicho El Pionero. "Y bruja ya eres tú."

Monday, 21 July 2025

Crónicas de verano I



En la mesa vecina hay una familia con dos niños morenos y ojerosos. Un señor, planchadito y risueño, se acerca y les hace maromas. "¡Sois dos bichuchos!", les dice. "¡A que sí, a que sois dos bichuchos!" Uno de los niños atisba una sonrisa pero el otro mira al señor con aires de suficiencia: de ninguna manera es él un bichucho. El señor se va alegremente y el niño antipático, al verlo alejarse, se mete en la boca todo el salero y comienza a menearse como un poseso. El niño bichucho ríe.

Saturday, 7 December 2024

Pequeño cuento para un Tom que espera


Comienza a caer una lluvia helada de otoño madrugador que te empapa el cabello, pero no te detienes. El sobretodo y los tres borbones te hacen sentir un héroe, tus botas conocen la anatomía de los charcos. 

"Voy a buscarla", le has dicho al bandido de un solo brazo, y ésta vez es cierto, porque ella tiene que saber lo que la has contado a las muchachas del bar, al guardián del parqueo y al marinero cantando que las calles no se han hecho para los soñadores.

Ella tiene que saber que se te perdió el San Cristóbal la última vez que la besaste, que hay fantasmas vendiendo barato su recuerdo; que duermes cada noche con la camisa manchada de sangre y whiskey que aún guarda su perfume; que hoy estás de rodillas y que necesitas volver para respirar de nuevo; para contarle mentiras de caramelo, para trenzarle sueños en la melena, para meterte entre sus piernas y hacerla trastabillar cuando entra por la puerta haciendo malabares con bolsas de papel y libros y flores, y que diga entre irritada y risueña:"¡No seas pesado!", justo como le dice al hijo de puta del gato.

Llegas a su casa. Sabes que es sábado, que está cansada, que ha bebido un poco y que escucha a Sinatra. Sabes que no quiere la simpatía de nadie, ni siquiera la tuya.

 Llamas al intercomunicador, y después de unos segundos es ella:

—¿A ver?
—Alicia, querida.
—Tom, ¿eres tú?
—Si.
—¿Qué quieres?
—Hablar un poco.
—Vete a la mierda.
—Alicia.
—No. Vete a la mierda.

Y ahora sólo la lluvia, aplaudiendo.

"So goodnight to the street sweepers/ The night watchman flame keepers/ and goodnight to Matilda too."