Hoy he visto, con pesar pero sobre todo con vergüenza ajena, a un paisano a quien en su tiempo tuve consideración y aprecio, y de quien tomé distancia después de ver sus posiciones inclinarse cada día más hacia la derecha radical, caminar por entre los cientos de toneladas de comida enviadas desde todo el mundo para los gazatíes, que Israel mantiene retenidas. Lo he visto, en calidad de observador, con su casco y su chaleco antibalas, hacer un recuento, levemente: aquí hay harina, acá hay tomate enlatado, allá hay aceite. Y del otro lado, esqueletos vivientes; niños agonizantes, madres desesperadas. Pero eso no lo dijo él, sino yo.
Yo, que ahora mismo tiemblo de rabia pero aún así encuentro, dentro de mi indignación, un agujerito para agradecer a Dios, a mis ancestros, al puñetero ser que me despierta a las tres de la mañana y me pone gatos de ojos muy verdes pero también perros cimarrones en el corazón, la clarividencia.
Que pueda yo seguir arrancando de mí el ojo que no ve la injusticia, y sepa arrojarlo lejos, hasta donde no lleguen ni los altos pájaros de mi memoria.
#FreePalestine
No comments:
Post a Comment
¡Habla, pueblo de Aura!