Una chica extraña colgaba
de tu brazo.
¿Las coleccionas aún? ¿Y dónde?
Claro que era joven
Y brillante y nueva
Con piernas de cervatillo y peinado recién hecho.
En pocas palabras, una de esas
con que adornas tus noches en el bar.
Y está bien que así sea,
por los dioses.
Yo siempre el espíritu, tú la carne.
Pero sabes, iba a escribir otra cosa.
Algo sobre el corazón,
porque me duele.
Allí ibas a descansar,
de vez en cuando.
Un poco mío, y cercano y vivo.
Ahora ya no estás, y sigues
escapándote de mis manos,
cuando ya están vacías.
Debí detenerme, obligarte a mirarme
Decirte "¡No me dejes!"
Hacer una escena, gritar
desesperada.
Quizás habría ayudado, quizás no.
Pero amor, unas horas más,
cuando
es la eternidad lo que pretendo
¿para qué? Mejor te vas en paz
y para siempre, y llévate a tu chica.
Y a mí que no me vengan
con reproches
En el fondo siempre he amado las derrotas.
Inger Hagerup (1905- 1985) Poetisa y traductora noruega, considerada una de las mejores liricistas del pasado sigo. "Cartas quemadas" pertenece al libro "La huída a América", publicado en 1941.