“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Tuesday, 12 March 2019

Almendras amargas

Ayer he conocido a alguien que se pone calcetines de diferentes colores sin percatarse de ello. No pude evitar la sonrisa cuando lo noté, y él respondió con ojitos de disculpas; entonces le abrí el corazon: yo también.

Le conté que en ocasiones me pongo los vestidos al revés, e infaliblemente las bragas. Y  pierdo por docenas las horquillas de pelo. Y doy por ciertas conversaciones que he tenido dentro de mi cabeza. Y me hago añicos, contra el esquinero del mismo librero, el mismo dedo meñique del mismo pie derecho, cada tres meses.
Repondió que le parece encantador mi despiste, y que no cambie.

Según el Gabo ningún loco está loco si uno se conforma con sus razones: he aquí la prueba.

Estrellas y estrellados

Hoy, a las cuatro de la tarde, habían afuera cinco grados bajo cero que se sentían como veinte, porque el viento era grosero y soplaba de costado como para hacer llorar.

La rumana estaba debajo de la farola, como siempre, tratando de protegerse entre mantas y chales. Es oscura y bonita, y tiene mi edad; lo sé porque le acaricio con la punta de los dedos la mejilla, y la veo sonreír con dientes sanos cuando echo monedas en su escudilla o le extiendo un vaso de papel con café recién comprado.

Después de la ducha caliente, de la chimenea chisporroteante, de la copa de buen vino francés, pienso en ella. Pienso en ella mientras preparo la masa para las frituras de bacalao de mi abuela. Frida tenía razón: el mundo se divide en estrellas y estrellados. Y tenía también razón Don Quijote: sólo dos linajes hay en el mundo, que son el tener, y el no tener.

Pero cuestan poco esas monedas sueltas. Cuesta poco sonreír, si uno busca en el bolsillo izquierdo. Quién sabe; quizás sea una sonrisa lo que convierte una farola bajo la nieve de Marzo, en la primer luz de Narnia.