que el malecón habla en sueños,
que Silvio está otra vez cantándole al fantasma de alguien,
que la ciudad se cae, se cae, se cae
que todo huele a las gardenias que te regaló una negra buena diciendo que te pareces
a Cachita
y que hablarás más del cosmos otro día,
porque ahora la única estrella que cuenta
-oscura, húmeda, palpitante-
está en tu mano izquierda,
mientras la derecha se apoya
en el cristal de esta ventana enorme
que refleja lo mal que le quedan
a Kurt Cobain tus pezones.
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¡Habla, pueblo de Aura!