La guerrilla cibernética vuelve a la carga por estos revueltos y tristes días. Curiosamente, el crujir de huesos y el rechinar de dientes es más sonoro en la parte del mundo que no está siendo atacada ahora mismo, pero eso es lo de menos. Tampoco importa, a fin de cuentas, que quienes aupan una nueva cruzada no hayan ido nunca ni a una escuela al campo o le hayan tirado un hollejo a un chino mientras vivieron en la Isla de Juana; aquí lo que cuenta es el fervor patriótico, flujo tan abundante que estoy segura de que moja el teclado y hasta salpica si no anda uno con cuidado; es fácil imaginarlos, escribiendo sobre guerras santas* y caballeros templadores como Mambrú, mientras masajean sus próstatas con la tibia de Perucho Figueredo.
Sic transit gloria mundi.
*Yo en mi vida sólo he conocido dos santas. Una era la perra de mi vecino Felo, un pobre bicho con ojos de loca. Y la otra era una negrita esbelta, muy buena persona y puta a las dos manos. A lo mejor es que mi abuelo tenía razón en su letanía: los santos están en el cielo, Margot.
No comments:
Post a Comment
¡Habla, pueblo de Aura!