“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Tuesday, 17 June 2014

Devil and the deep blue sea behind me

Cuando era una niña (y nótese que no espero un "¿eras?" que me pase desapercibido primero y luego me haga sonreír, y nótese que me duele en la boca que así sea), me gustaban las caracolas. Podía pasarme horas mirando sus tenues tonos rosa y malva y tocando con los dedos su interior pulido, pero sobre todo escuchando el mar que les susurraba dentro. Me parecían objetos místicos, bellos, duros y delicados al mismo tiempo. Creo que quería ser una caracola, o al menos vivir dentro de una de ellas.

Ahora me siguen pareciendo bellas, y me las sigo poniendo al oído para escucharles el mar, pero ya he aprendido; lo hago con la misma sensación de tristeza con que uno mira las viejas casas que conoció de niño, en las que a lo mejor jugó y lloró y se sintió perdido o seguro, y que ahora están vacías. Si se presta atención aún se escuchan ecos de orgasmos o peleas, y pasos apresurados sobre losas ajedrezadas, pero al final son sólo eso, el esqueleto sonoro de lo que fue la vida. 

                                                                  ***
Afuera sigue siendo martes, y no lluevo.

Reincidencias sin lluvia


Wednesday, 4 June 2014

De los otros demonios

"Mientras tanto" dijo Abrenuncio, "tóquenle música, llenen la casa de flores, hagan cantar los pájaros, llévenla a  ver los atardeceres en el mar, denle todo lo que pueda hacerla feliz." Se despidió con un voleo del sombrero en el aire y la frase latina de rigor. Pero esta vez la tradujo en honor del marqués:"No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad".

O la lluvia, Gabo. Porque cuando una mujer despierta en mitad de la noche y descubre que afuera se está deshaciendo el mundo en un aguacero asesino de gorriones, y sólo puede tener conciencia de esto pues el resto es un amasijo de sábanas y pezones y pelo y páginas a medio estrujar entre muslos, y existe por y para esa lluvia y para nada más excepto quizás un gato lúdico que la mira muy fijo, no le queda a las penas más remedio que esperar a que salga el sol.