Es posible que nada de esto esté ocurriendo en realidad. Si te hace sentir mejor, piensa en ello como una metáfora. Las religiones son metáforas por definición: Dios es un sueño, una esperanza, una mujer, una ironía, un padre, una ciudad, una casa con muchas habitaciones, un relojero que ha olvidado sus instrumentos en el desierto, alguien que te ama o, incluso y contra toda probabilidad, un extraterrestre cuyo mayor interés es cuidar de que tu equipo de fútbol, tu ejército, tu negocio o tu matrimonio crezca, florezca y triunfe sobre cualquier obstáculo.
Esto es una traducción libre de el primer párrafo del capítulo dieciocho de American Gods, de Neil Gaiman, hecha por mí, que ahora mismo sé de una mujer que necesita un Dios, porque está sola y es tan desdichada que hace fotos de su carita llorosa para despertar la compasión de una panda de desconocidos, entre ellos un tipo con nombre de jeque árabe y poca noción de los horarios que no tiene problema alguno en despertar en mitad de la noche a otra infeliz que duerme del otro lado del mundo -con el teléfono doblado debajo de la almohada pero rogando que nunca dé un timbrazo de desgracia, una camiseta de Lennon que se cae de viejecita y unos pies helados- para preguntarle qué le pasa esa mujer, y si es que está mal, y si no hay un teléfono al cual pueda llamársele, porque se muere de la preocupación, él.
Necesitas un Dios, Ana. Necesitas un milagrero personal, alguien a quien le importes, alguien que te devuelva la sonrisa. Y si al final resulta que es de silicona y lleva cuatro pilas alcalinas, no hay que preocuparse; la Providencia también se morderniza. Reach out and touch faith.
Que palabras tan bonitas...La de Neil, que es como tu biblia y las tuyas que no necesitan más que ser leídas por su destinataria para saber que los milagros también pueden hacerse reales.
ReplyDeleteHay gente muy peculiar en el mundo. Con el tipo de peculiaridad que responde a psicofármacos pesados.
DeleteYo en mis mejores tiempos me tiraba al suelo y berreaba. Luego, cuando vi que ni un sapo venía a lamer mis lágrimas, recogí los cachos que dejé esparcidos por el suelo y los cosí en el cristal de una ventana. Miro y me miran, zurcida pero yo misma.
ReplyDeleteA falta de alguien que lama tus lágrimas, me ofrezco cuan pequeñina soy para lamer de punta a cabo esa metáfora cosida en la ventana. Prometo no salivar demasiado.
DeleteDile a tu amiga Ana que los dioses ya no bajan de las nubes ni vienen al galope de caballos blancos; y que ese dios que necesita para volver a sonreír y sentirse ilusionada, a lo mejor está más cerca de lo que ella cree.
ReplyDeleteLo del dios de silicona con pilas alcalinas me ha dejado confundido e inquieto.
PD: Estáis muy melancólicas en vuestros comentarios.
Si le añado forma aerodinámica al dios a lo mejor me explico. Y si no, pinkfloyemos.
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