In 1999, Spanish artist Santiago Sierra paid six unemployed young men in Cuba to take part in one of his installation pieces. The men were offered $30 each to participate, and stripped to their shorts to become a part of its human experiments, this time in the Espacia Aglutinador, Havana’s oldest art space. Santiago Sierra had the men tattooed – one straight, horizontal line reaching across each of their backs.
“Having a tattoo is normally a personal choice. But when you do it under ’remunerated’ conditions, this gesture becomes something that seems awful, degrading—it perfectly illustrates the tragedy of our social hierarchies. The tattoo is not the problem. The problem is the existence of social conditions that allow me to make this work. You could make this tattooed line a kilometer long, using thousands and thousands of willing people.”
He decidido dejar el pie de foto y la explicación del artista en ingles para que mis amigos noruegos, que se quejan de no poder leer el blog sino a través del traductor de Google que los deja aun más confundidos, puedan comprender a cabalidad la imagen.
Mi corazón anda temblando de lástima por estos infelices y sobre todo preguntándose cómo es posible que un hombre que reconoce las condiciones sociales precarias que lo rodean sea al mismo tiempo capaz de aprovecharse de ellas para sacar adelante un proyecto propio.
Una línea recta y fina tatuada con tinta y la marca del negrero hecha con hierros candentes son lo mismo: el estigma de la miseria. Pero siempre será mejor llevarla sobre la piel que en la conciencia.
Cada cual duerme como puede, lo que no quita que uno lo sufra desde este lado.
ReplyDeleteEso, y lo demodé de la decencia.
Delete