Muchos de los que ahora lamentan la muerte de Alain Delon y lo alaban como artista, le amargaron la vejez acusandole de misoginia y chovinismo; no tendrían los grandes que morirse para poder vivir en paz. Y sí, sí, su esposa está echada a sus pies como un perro feliz: nadie fotografió las veces en que él la lamió con hambre, y estoy segura de que fueron muchísimas más.
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¡Habla, pueblo de Aura!