Los días sin lluvia se vuelven nudos,
se aprietan un poco más
por cada hora que pasa,
nudo a nudo,
y para aflojarlos
no basta con las uñas
no basta con los dientes
ni con un pedazo de sueño.
No voy a usar las tijeras
no todavía:
voy a intentar soltarlos
sin cortar
untando cada nudo con aceite
de olivos
de camelias
de palabras
como piel
como océano
como querido.
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