Desde ayer la pienso detrás de paredes mudas y sordas. Pienso en sus muñecas de caramelo, atenazadas de cuero. Pienso en su garganta de niña, atravesada de tubos. Pienso en su cabeza salpimentada, nido de alondras, llenándose de nada. Pienso en su voz pequeñita, callada de miedo.
Me pregunto si las criaturas que habitan el claro en sus ojos pardos saben ya que están en peligro, y corren. Me pregunto si volveré a verla, saludándome apenas con su mano de artista, o alabándome el vestido, o contándome cuánto le habría gustado aprender a hablar español. Me pregunto, sobre todo, si no habrá alguien que la ame, alguien que sepa que hay locuras que son poesía, alguien que esté presto a matar el dragón del sentido común, alguien que espere cada noche a que ella se robe un segundo de teléfono para decirle:
—Erizo, vida mía...
y la salve.
kuhn |
Excelente. Propio de ti.
ReplyDeleteNe habría encantado noe escribirlo, te lo juro. Gracias por pasar, es un placer tenerte acá. Abrazos mil.
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