Wednesday, 30 August 2017

Cuento de martes

"Y luego usted, comadre, que tanto lo quiso", dijo mi abuela con la voz lastimera y confidencial de los nueve rezos.
"Mucho, mucho", dijo ella. Y luego habló para sí misma. "Como se quiere a las putas; con todo el corazón pero sin respetarlas; con una mezcla de rabia y asco y pena; sin hacer alarde de ello por vergüenza;  hasta la muerte, pero lamentándolo."

Fue un discurso breve, sin eco. Sólo el gato y yo, sentada debajo de la mesa de coser, lo vimos rodar hasta el tiesto de las violetas y esconderse allí los próximos treinta años, satisfecho.

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