Saturday, 2 January 2016

I'll lay my monsters down

Hace dos noches, en la fiesta de fin de año, mientras sonaba Sting, aprovechando la audacia que infunde el champagne y lo nonchalant de las perlas y las máscaras venecianas, he tocado la cicatriz de un hombre.

Antes de hacerlo he mirado a su esposa, una mujer bellísima e inteligente que es mi amiga, buscando aprobación, porque un hombre ajeno es como un perro vistoso: antes de acariciarlo conviene pedir permiso al dueño. Ella me ha devuelto la mirada desde el antifaz, con una sonrisa que hablaba: sí.

Lo hice con fascinación; allí estaba todo, la marca del tejido que se pegó a la piel, la marca de los botones, la marca de los injertos que hubo que hacer. Todo un antebrazo erosionado, como un mapa pequeñito de la vida; una historia dolorosa que ha terminado en una mirada de morbo entre dos mujeres, porque el destino tiene esos vericuetos.

Con esa conclusión recibí el año nuevo: todo tiene sentido, si uno tiene la suerte de encontrar a alguien que se lo crea.


2 comments:

  1. te gusta sting igual que a mi. felicidades

    ReplyDelete
    Replies
    1. Me gusta mucho Sting; si tuviera que escoger diez voces para una isla desierta la suya contaría, sin dudas.
      Feliz año.

      Delete

¡Habla, pueblo de Aura!