Saturday, 14 November 2015

Y el París que no nos queda

Últimamente, cuando creo que tengo ganas de hablar, pasa algo que me las quita de un plumazo. O de un bombazo, que al final es lo mismo: una pluma de hierro más. Al final creo que me voy a quedar con el silencio, y a llenarlo de abrazos a los míos, porque me doy cuenta de que el mundo de mis abuelos y mis padres, aquel que pensaba que sería el de mis hijos, no es más que una utopía.
Y yo soy una soñadora, pero mis tripas no.
 Adiós, París.

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