Y se ríe de buena gana, y yo con él, mientras el diminuto poodle al otro extremo de la cadena olisquea la bolsa, goloso de pan recién horneado. Las mañanas de domingo tendrían que llenarse de estos viejitos perfumados con Old Spice, que llevan sixpence a juego con las pecas de las manos, maestros en el arte de coquetear con una muchacha.
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¡Habla, pueblo de Aura!