"¡
Blame it on the boogie!"—le he dicho risueña, sabiendo que tendría que explicar. Fue la expresión en su cara lo que no alcancé a vaticinar: se siente raro, ser Matusalén, Melquíades y la esfinge de Edipo al mismo tiempo, en fracciones de segundo.
En algún momento envejecí, Dios mío, y no hubo siquiera una fanfarria de misericordia que lo anunciara. Así nadie construye el socialismo.
Una maravilla volver a leerte, Belisa Crepusculario.
ReplyDeleteQuerida Felina, me quedo con tus comentarios como la higuera con el halago del potea. Gracias y un abrazo de mar.
Delete