Wednesday, 25 April 2018

Jodida pero contenta




Por primera vez en veinte años he cambiado de perfume. Cambiar de perfume es como cambiar de amor o de corazón; al comienzo anda uno un poco a tientas, sin reconocerse del todo, como quien sonríe a su propia imagen en el agua. Pero cualquier día despierta y siente las notas de las gardenias en la almohada, o en el pelo, o en los dedos de alguien que acaba de acariciarlo, y resulta que esta nueva versión también es real, o al menos tan real como uno mismo quiera que sea.