Me he mordido el labio inferior mientras dormía. Es algo que hago también despierta, todo el tiempo, sin percatarme de ello y desde que era un bebé, para perplejidad de mi madre, pero sin hacerme daño a no ser en circustancias especiales. Supongo que debo haber estado muriéndome de rabia en el sueño. O de placer, pero no creo. De cualquier forma, el caso es que he despertado con un punto negro de sangre coagulada en medio del labio roto, y de alguna manera eso me ha dejado en paz: el punto final perfecto para una semana de ortigas.
Yo me pellizco. Supongo, aunque nunca me he puesto a pensarlo, tras desear pellizcar mis enojos. Para el dolor y la rabia tengo las lágrimas. Que también. Y lloro porque lloro.
ReplyDeleteEstoy pensando que para castigar adecuadamente a mis disgustos yo más bien necesitaría una mazmorra. Y que, conociéndome, no es seguro que ello cumpla su objetivo, al final, por aquello del cambio de papeles y eso. En fin, que creo que me quedo con la boca mordida...
ReplyDelete